GINEBRA (Noticias de la OIT) - El
potencial de empleo que surge a partir de la transición hacia economías más
verdes no puede ser explotado si no se desarrollan nuevas competencias profesionales
relacionadas con los empleos verdes, dice un estudio de la Organización Internacional
del Trabajo (OIT) sobre 21 países1, que juntos representan cerca del 60 por
ciento de la población mundial.
Competencias profesionales para
empleos verdes: Una mirada a la situación mundial es el análisis más exhaustivo
que se haya realizado hasta la fecha sobre las necesidades y desafíos en el
desarrollo de las nuevas calificaciones que serán necesarias para lograr un
crecimiento sostenible de las economías verdes. El estudio fue realizado por el
Departamento de Conocimientos Teóricos y Prácticos y Empleabilidad (EMP/SKILLS)
de la OIT, en colaboración con el Centro Europeo para el desarrollo de la
formación profesional (Cedefop).
El estudio señala que, si bien la
transición hacia economías más verdes ofrece un gran potencial de creación de
empleo, el desarrollo de nuevas calificaciones dependerá mucho de las
circunstancias de cada país, de los desafíos medioambientales, de las medidas
políticas y del marco normativo. Sin embargo, las políticas y la legislación
internacional están desempeñando un papel cada vez más importante y están
impulsando un cambio en las políticas a nivel nacional.
“Las políticas en materia de
medioambientales y sobre cambio climático generan enormes oportunidades de
empleo, pero también riesgos asociados con los cambios estructurales”, explicó
Olga Strietska-Ilina, coordinadora del estudio. “El informe muestra que las
economías que han iniciado la transición hacia patrones de producción más
verdes pueden aprovechar el potencial de creación de empleo si enfrentan el
cambio estructural previsto y la transformación de los empleos existentes”.
El informe destaca que la
carencia de competencias laborales ya constituye un importante obstáculo para
la transición hacia economías más verdes. Esta carencia es el resultado de un
número de factores, entre ellos el bajo crecimiento de ciertos sectores verdes,
como por ejemplo en lo relacionado a la eficiencia energética a la hora de
construir edificios; la escasez general de científicos e ingenieros; la mala
reputación y el poco atractivo de algunos sectores, como la gestión de los
desperdicios; y la estructura general de la base nacional de competencias
profesionales.
Los cambios causados por la
transición hacia economías más verdes influyen en las necesidades de contar con
competencias profesionales de tres maneras diferentes. En primer lugar, la
'reestructuración verde', que implica transferir, a nivel industrial, las
actividades que utilizan intensivamente el carbono hacia patrones de producción
que sean más verdes. En segundo lugar, el surgimiento de nuevas ocupaciones a
través de la adopción de nuevas regulaciones y el desarrollo de nuevas tecnologías.
En tercer lugar, el cambio de perfiles de las competencias asociadas a los
trabajos existentes, como resultado del desplazamiento hacia procesos de
producción y lugares de trabajo más verdes. Esta fuente de cambio es el más
extendido y requiere de un esfuerzo mayor a la hora de revisar los actuales
planes de estudio, así como las calificaciones académicas y los programas de
capacitación existentes en todos los niveles de la educación y la formación.
Aunque se espera que las nuevas
oportunidades de empleo que surjan a partir de una producción más verde
compensen la pérdida de puestos de trabajo, los trabajadores que obtendrán los
empleos “verdes” no serán necesariamente aquellos que hayan perdido su trabajo
en las llamadas industrias “marrones”. El estudio dice que la reconversión
profesional de los trabajadores y la actualización de las competencias
profesionales son urgentes para lograr una transición armoniosa y justa hacia
una economía verde y con bajas emisiones de carbono.
La conclusión que surge de la
comparación entre países es que el continuo desarrollo de competencias como
parte de las estrategias para acelerar la transformación verde de la economía
nacional sigue estando limitado a iniciativas aisladas.
Además de este problema
específico de falta de coordinación de políticas, muchos de los estudios de
caso también revelan deficiencias en la aplicación de normas medioambientales
ya adoptadas. Estas deficiencias disminuyen el incentivo para invertir en
nuevas competencias laborales. Esto, a su vez, reduce las capacidades de
cumplimiento y, en una espiral descendente, agrava aún más la dificultad de
implementar normas.
“Potencialmente, todo empleo
puede ser más verde. La integración del desarrollo sostenible y la conciencia
medioambiental en todos los niveles de la educación y la formación, a partir de
la educación infantil, es una tarea importante. Contribuirá a modificar la
conducta de los consumidores y provocará un cambio en las fuerzas del mercado
para impulsar la agenda verde”, concluyó Olga Strietska-Ilina.
En 2008, la Organización
Internacional del Trabajo (OIT), el Programa de las Naciones Unidas para el
Medio Ambiente (PNUMA), la Organización Internacional de Empleadores (OIE) y la
Confederación Sindical Internacional (CSI), lanzaron conjuntamente la
Iniciativa Empleos Verdes con el fin de ayudar a los gobiernos y a los
interlocutores sociales a hacer realidad este potencial de trabajo decente en
un contexto donde se armonicen las políticas y los objetivos medioambientales y
laborales.
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