“Nosotros llevamos ese tesoro en recipientes de barro, para que se vea bien que este poder extraordinario no procede de nosotros, sino de Dios.”
2° Corintios 4,7
El 21 de agosto la Iglesia recuerda a San Pío X, Papa, patrono de los catequistas. En esta fecha festejamos el Día del Catequista.
Con todas estas iniciativas se estaban dando los pasos iniciales para que la catequesis, sobre todo la de preparación a los sacramentos, llegara a tener un lugar destacado en la Iglesia del siglo XX y que fuera ejercida no sólo por los sacerdotes y las religiosas, sino también por laicos y laicas.
El verbo “catequizar” proviene de una palabra griega que significa “hacer eco”. ¡Qué término tan adecuado! La tarea del catequista no es sólo pasar datos o comunicar alguna información. La tarea del catequista es la de quien busca llegar hasta el corazón del otro para que el mensaje resuene allí. Y por eso el catequista se ve envuelto en un ida y vuelta permanente, recibiendo el “eco” de lo que su anuncio provoca, acompañando las reacciones, las dudas y los sentimientos que el anuncio va provocando en el catequizando. A veces, no se escucha ningún eco. Y esto es así porque ningún método, ni planificación ni estrategia educativa nos asegura la respuesta que vendrá libremente desde el corazón del niño, del adolescente o del adulto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario