En 1931 inició el contrato para ilustrar los almanaques de la firma Alpargatas, que se editaron desde el año 1931 a 1936, 1940 a 1945, 1961 y 1962. Constituyeron, quizá, su obra más difundida, y sobre ellos dijo Ruy de Solana: “los almanaques constituían un sinónimo elemental de lo barato y despreciable. Pero desde que este artista empezó a difundir sus trabajos por ese medio humilde y anual, los almanaques se convirtieron en la pinacoteca de los pobres”.
A partir de 1942, Molina Campos estrechó su relación con Walt Disney y fue contratado para asesorar al equipo de dibujantes para tres películas que los Estudios Disney estaban por realizar, ambientadas en la Argentina y basadas en obras del artista argentino y en los paisajes que habían visto en sus viajes a nuestro país.
Molina Campos había sido convocado cuando ya estaba bastante avanzada la primera de las tres películas que planeaban realizar. El pintor argentino no compartía las extravagancias que el estudio cinematográfico quería hacer protagonizar a los paisanos y, tras varios intentos fallidos por lograr una representación más fiel del gaucho argentino, renunció. Ya sin Molina Campos, Disney decidió convertir las tres películas en una sola, que se conoció como “Saludos, amigos”.
Como muda huella de su paso por los estudios de la Disney, quedaron las fotografías que se exhiben en el Museo Florencio Molina Campos entre las que aparecen Walt y sus dibujantes en el rancho Los Estribos, en un viaje relámpago que hicieron a la Argentina exclusivamente para contratarlo.
En 1944, el pintor formalizó un contrato que se extendería por 10 años en forma consecutiva con la firma norteamericana Mineapolis-Moline, para la que ilustró entre 1944 y 1958 una serie de almanaques similares a los de Alpargatas, pero que incluyeron - por sugerencia suya- maquinaria agrícola de esa empresa. Además efectuaron afiches, estampillas y naipes y se reprodujeron los cuadros en diarios y revistas. En 1951, editaron también 12 laminas de los originales de ese año.
El 16 de noviembre de 1959, superado por una enfermedad terminal luego de una infructuosa operación, Florencio Molina Campos murió en Buenos Aires. Sus restos permanecieron en la bóveda familiar de la Recoleta hasta que, en la década del 70, fueron trasladados a instancias de Elvirita al Cementerio de Moreno, en donde permanecen.
Fuente: Sitio Oficial de Molina Campos (molinacampos.net)
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